lunes, agosto 11, 2008

Carmen, la mujer de Manolito el de la tienda



Es cierto que a veces la realidad supera a la ficción y algo que puede resultar hasta estrafalario y exagerado en una obra literaria aparece con toda la normalidad del mundo cuando y donde menos te lo esperas.
Recuerdo haber encontrado en un libro, creo que en El año del diluvio, de Eduardo Mendoza (si no es edito y borro) un personaje de lo más pintoresco, el padre de la protagonista, que insistía a la menor ocasión en recitar versos, según él, de su propia creación. Y así, tan campante, se apropiaba de poemas conocidísimos de Espronceda, Lope de Vega o Calderón de la Barca. Pues hoy se me ha aparecido alguien así en la vida real.
Esta mañana he ido a comprar a una de esas tiendas antiguas que sobreviven todavía a duras penas en algunos pueblos. Ésta es la tienda de Manuel, donde venden a la par tornillos, colonias, hilos, aguarrás, cuadernos, martillos, sábanas, lápices o botones. Allí estaba, como siempre, la mujer de Manolito, tan bien hablada, tan bien peinada. Cuando voy, de tarde en tarde, me pregunta por la familia, por mis estudios o mi trabajo, y me suelta, tan pancha, alguna palabreja que delate su cultura y su gusto por lo fuera de lo común: a ella no le gustan las cosas pérfulas. Y hoy me ha dicho que se entretiene leyendo libros. Concretamente, ahora tiene entre sus manos uno del Arcipreste de Hita. Le digo que será El libro de Buen Amor, a lo que ella responde que no, que es otro de poesías. Además, me confiesa, ella también escribe poemas, que se le vienen a la cabeza en cualquier momento. Y los escribe en el primer papel que encuentra. En un sobre que hay encima del mostrador milenario, con unas letras señoreadas y con aire de escuela de los años treinta, se asoma una de sus creaciones. Llévatelo si quieres, me dice, que ese lo he escrito hoy mismo:

Recuerde el alma dormida
recuerde el alma y despierte,
cómo se aleja la vida
y cómo se acerca la muerte.

lunes, agosto 04, 2008

Haikus y playa



Este fin de semana he estado en la playa. Recojo mis impresiones en haikus, esas cortitas composiciones, legado de la cultura japonesa, que tanto predicamento tienen hoy día. A mí me gusta el haiku porque es una poesía sencilla, libre, fresca, ágil, impresionista, intensa, cercana, pegadiza, intuitiva, sorprendente. Se presta bastante al juego metafórico y es un molde accesible al que acudir para plasmar sentimientos, impresiones, imágenes reales o imaginadas.
Su forma no presenta dificultad: consta de 17 sílabas, ordenadas en tres versos de 5, 7, y 5 sílabas respectivamente, sin rima. En el contenido son rasgos característicos la presencia de elementos de la naturaleza y la realidad cotidiana, la condensación y, a veces, un leve tono cómico o la aparente simplicidad que oculta alguna profundidad filosófica. Yo creo que es una buena herramienta para el aula a la que se le puede sacar mucho partido. De momento me conformo con utilizarla para plasmar, como ahora, algún momento veraniego.


Sobre la arena,
olas que van y vienen
forman espejos.


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Banco de peces:
cuchillitos de plata,
cortando el agua.


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La ola que vuelve
surca con hilos de agua
la lisa arena.


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El sol presume
y agujerea el cielo
con su punzón.


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Las olas bordan
encajes de puntilla
sobre la arena.


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Cuando me miras
mil mariposas vuelan
en mi cintura.


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Caracolea
el aire entre mi pelo
y entre tu risa.

viernes, agosto 01, 2008

La magia de Nicoletta Ceccoli

Inauguro el nuevo mes con unos dibujos de Nicoletta Ceccoli, ilustradora de cuentos. Las descubrí ayer buscando imágenes para la cabecera del blog y sus obras me han parecido una maravilla. Dejo algunas de las que me han gustado más, aunque me cuesta elegir porque son todas preciosas. Parecen dibujos de otro tiempo, perfectos para el mundo de la fantasía y la magia. Me encanta la de la prigionieri quaggiú, la niña asomada a esa ventana que muestra un mundo colorido, ansiado y desconocido, quizás lleno de misterios por descubrir...Me parece la metáfora perfecta de las personas prisioneras de sus sueños que, como los niños, guardan siempre esa capacidad de ilusión y de sorpresa en su mirada inquieta.











créditos de las imágenes: http://www.nicolettaceccoli.com/