martes, diciembre 30, 2008

Quemar las naves


En los días previos al fin del año ilusiona pensar en tantas cosas que dejaremos de hacer y en tantas otras que conseguiremos sólo con traspasar la barrera del 31 al 1. Luego, una vez asimiladas las anomalías que se derivan de estar en el primer día de un año nuevo, resulta que el día es un día más, no tan distinto a los otros. Y en cuanto a los nuevos propósitos, al final, generalmente, seguimos haciendo lo mismo de siempre. Pero esto no lo descubriremos hasta bien entrado el año. Por eso, hoy, todavía ingenuos, alimentamos esa infantil ilusión. Yo había pensado despedir el año desde el blog con la entrada anterior, pero es inevitable caer en los tópicos y me han entrado ganas de enumerar los buenos deseos para el año que entra, desterrar los malos pensamientos, dejar por fin atrás los desagradables acontecimientos del año vivido. Entonces se me ha venido a la cabeza este poema de Benedetti y esta imagen de una ilustradora con apellido de resonancias papales, Ritva Voutila (que he descubierto gracias, de nuevo, a Recogedor). Se cumplirían muchos de mis deseos si fuera posible, como en el poema, quemar las naves y abolir para siempre la libertad de preferir lo injusto. Brindaré por ello. Feliz 2009 y...¡hasta el año que viene!


QUEMAR LA NAVE

El día o la noche en que por fin lleguemos
habrá que quemar las naves

pero antes habremos metido en ellas
nuestra arrogancia masoquista
nuestros escrúpulos blandengues
nuestros menosprecios por sutiles que sean
nuestra capacidad de ser menospreciados
nuestra falsa modestia y la dulce homilía
de la autoconmiseración

y no sólo eso
también habrá en las naves a quemar
hipopótamos de wall street
pingüinos de la otan
cocodrilos del vaticano
cisnes de buckingham palace
murciélagos de el pardo
y otros materiales inflamables

el día o la noche en que por fin lleguemos
habrá sin duda que quemar las naves
así nadie trendrá riesgo ni tentación de volver

es bueno que se sepa desde ahora
que no habrá posibilidad de remar nocturnamente
hasta otra orilla que no sea la nuestra
ya que será abolida para siempre
la libertad de preferir lo injusto
y en ese solo aspecto
seremos más sectarios que dios padre
no obstante como nadie podrá negar
que aquel mundo arduamente derrotado
tuvo alguna vez rasgos dignos de mención
por no decir notables
habrá de todos modos un museo de nostalgias
donde se mostrará a las nuevas generaciones
cómo eran
parís
el whisky
claudia cardinale


Mari Benedetti, Quemar las naves (1968-1969)

Procedencia del poema
Créditos de la imagen: http://www.ritvavoutila.com/


lunes, diciembre 29, 2008

Las TIC hasta en las puertas del cielo



Dans la Tête Cargado por Esma-Movie


Para acabar el año, este vídeo que he encontrado en Au secour j'ai un blog gracias a Recogedor. Es un corto de animación hecho por unos estudiantes franceses que nos puede servir para reflexionar sobre el destino, el amor, lo injusto de tantas muertes, lo absurdo de las guerras. Seguro que no deja indiferente.

miércoles, diciembre 24, 2008

Mi abuelo

Cuando mi abuelo vivía, alguna Nochebuena, con el ajetreo de la preparación de las comidas, los saludos y los reencuentros, no nos acordábamos hasta última hora de que el día 24 era su cumpleaños, aunque siempre, tarde o temprano, acabábamos pasando por su casa, donde estaba esperándonos presidiendo el salón, en su sillón de madera de olivo con el asiento de anea, la chivata apoyada en un brazo, la mascota puesta. Por allí íbamos llegando hijos, nietos, biznietos, que, cada año, escuchábamos, sin creer que dejaríamos de hacerlo, la misma cantinela de lo viejo que era, lo malo que estaba y lo pronto que se iba a morir. Y así llegó hasta los 94 años.
Ahora, como suele ocurrir en los días que han sido cumpleaños de personas queridas, el vacío de esa celebración deja un gran hueco. Por eso hoy me he acordado de mi abuelo, que se llamaba Ángel, que arrastraba, además, una denominación añadida, “el del Niño Grande”, heredada de su padre, y que nació una Nochebuena. Lógicamente, con estos condicionantes, mi abuelo tenía que ser, en el buen sentido de la palabra, bueno.
No recuerdo de él grandes hechos ni grandes palabras. Era un hombre sencillo, alegre, tranquilo, con la mentalidad pragmática del hombre de campo. Se reía de mis prisas, que llevaba ya de pequeña, cuando iba corriendo al colegio y me negaba a darle un beso “porque no me daba tiempo”. Se acordaba puntualmente de mi edad y del día de mi nacimiento, pues yo era la primera nieta, y tuve que ser algo así como un sortilegio para conjurar una antigua enfermedad que tuvo ya que, al referir mis años, siempre presumía de estar vivo y recordaba el diagnóstico de aquel especialista médico que visitó y que, ignorante, llego a decirle, a los días de yo nacer, que no vería casarse a su nieta. Sería por eso que también para él fue importante llegar al día de mi boda. Y su manera de celebrarlo fue regalándome los zapatos de novia, de cuya compra, al cabo de los años, se sentía muy orgulloso. Porque él casi nunca regalaba dinero, pero eso no le hacía ser menos generoso: recuerdo que me guardaba los mejores higos de su higuera, incluso cuando yo ya no vivía en el pueblo.
Mi abuelo era un abuelo de los que ya no hay. Y no sé muy bien como describirlo sin hablar de mí, o de la visión que mi abuelo tenía de mí. Quizás, egoístamente, el mejor recuerdo que guardamos de quienes nos rodean sea lo bien que nos han tratado y cuánto nos han querido.

lunes, diciembre 22, 2008

Un décimo de lotería de muerte



Para un día como hoy, un texto como éste, de los Crímenes ejemplares, de Max Aub. Y para ilustrarlo con una divertida imagen, nada mejor que uno de los originales y criminales muñecos de lana que aparecen en este blog (encontrado en Mira y Calla). Que lo disfrutéis. Aunque no nos toque la lotería, el buen humor que no nos falte...así que vamos a echar una sonrisilla.

Soy vendedor de lotería: es una profesión tan decente como otra cualquiera. Estaba seguro de que aquel 18.327 iba a salir premiado. Corazonadas que tiene uno. Se lo ofrecí a aquel joven bien vestido que estaba parado en la esquina. Entre otras cosas, era mi obligación. Se mostró interesado en los números que le enseñaba. Es decir, que me dio pie. Le ofrecí el 18.327. Se negó suavemente. Esa no es manera. Cuando no se quiere algo se dice de una vez. Yo insistí: era mi deber. ¿O no? Sonrió, incrédulo, como si estuviese seguro de que aquel número no había de salir premiado. Si yo hubiese creído que lo que quería era no comprar, no hubiera pasado nada. Pero cuando uno se interesa ya contrae una obligación. Se aglomeró la gente. ¿Qué iban a pensar de mí? Era un insulto. Traté de defenderme. Siempre llevo una navajita, por lo que pueda pasar. La verdad es que aquel billete no salió premiado, pero sí con reintegro. No hubiera perdido nada: el 7 es un buen número final.
§

domingo, diciembre 21, 2008

Un cuento de Navidad para felicitaros



Fernando Silva dirige el hospital de niños en Managua.
En vísperas de Navidad, se quedó trabajando hasta muy tarde. Ya estaban sonando los cohetes, y empezaban los fuegos artificiales a iluminar el cielo, cuando Fernando decidió marcharse. En su casa lo esperaban para festejar.
Hizo una última recorrida por las salas, viendo si todo queda en orden, y en eso estaba cuando sintió que unos pasos lo seguían. Unos pasos de algodón; se volvió y descubrió que uno de los enfermitos le andaba atrás. En la penumbra lo reconoció. Era un niño que estaba solo. Fernando reconoció su cara ya marcada por la muerte y esos ojos que pedían disculpas o quizá pedían permiso.
Fernando se acercó y el niño lo rozó con la mano:
-Decile a... -susurró el niño-
Decile a alguien, que yo estoy aquí.


NOCHEBUENA, Eduardo Galeano.


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Hoy empieza el invierno y ya está aquí la Navidad. Con ese pequeño cuento os deseo a los que pasais por aquí que sean muy buenos tanto el uno como la otra. En esta página podéis encontrar más cuentos y poemas relacionados con el tema. ¡Felices fiestas!

miércoles, diciembre 17, 2008

Casualidades y causalidades



En la entrada anterior refería mi inesperado cambio de situación. La causa de esta casualidad es tan inusual que merece una explicación detallada, así que dedico esta entrada a ello. Estaba de nuevo en la Bolsa de Trabajo a la espera de que me llamaran para una nueva sustitución y, cuando ya me había hecho a la idea de que no trabajaría hasta el año que viene, inesperadamente, recibí la llamada “mágica” desde la Delegación de Sevilla, para trabajar en el IES San Fulgencio de Écija. Fui citada el lunes para firmar el contrato y mi primera sorpresa fue constatar que estaba siendo atendida personalmente por el director de Recursos Humanos, antes incluso de que abrieran las puertas al público. La segunda sorpresa me la llevé ya en Écija cuando el director del instituto me dijo, entre bromas y veras, que si yo estaba allí era gracias a un programa de radio de Canar Sur, El público. Por lo visto llevaban sin cubrir la baja de la profesora de lengua desde el 17 de noviembre, y aunque el director del instituto había llamado varias veces a la Delegación para que enviaran al sustituto correspondiente, le habían comunicado que era imposible mandar a nadie antes de Navidad. Ante esta situación, una madre indignada y preocupada, viendo que pasaba el tiempo y los alumnos seguían sin profesora, decidió llamar al programa de Jesús Vigorra y éste, con sus contactos, buenas palabras o lo que sea, pudo convencer a quien correspondiera para que movilizaran con urgencia al primer interino de la Bolsa (que ya estaba cerrada) para poder solucionar el problema. Casual y felizmente, yo era la primera de la lista. Pero anécdotas y alegrías aparte (a mí me ha venido como agua de mayo esta sucesión de llamadas: la llamada de la madre a Vigorra, la llamada de Vigorra a la Delegación de Educación y también la llamada desde la Delegación a mí misma), es una lástima que tengan que cubrirse las bajas gracias a la movilización de las madres y de los medios de comunicación, que unos alumnos estén privados tanto tiempo de sus clases por la lentitud de la Administración, que corran tanto para tapar sus vergüenzas y no lo hagan para solucionar los problemas, que sea inversamente proporcional la eficacia de Vigorra a la dejadez de quienes nos gobiernan.


viernes, diciembre 12, 2008

Un regalo inesperado


Qué misterio. Cuando menos lo esperamos, todo empieza a salir bien como por arte de magia. Cuando parece que todo está en contra, de repente hay algo que se tuerce para que todo vaya a favor. Cuando creemos que un destino de mirada incierta empieza a vigilarnos, inesperadamente nos regala su mejor sonrisa . Cuando ya daba por hecho que estas Navidades iban a ser austeras, sin trabajo, con vacaciones obligadas, ahora resulta que todo empieza a ir de maravilla, de la manera más simple: me han llamado para empezar a trabajar de nuevo el lunes, en el IES San Fulgencio de Écija, a unos 90 kilómetros de Sevilla. Yo que creía que no empezaría otra vez hasta el año que viene, y me consolaba pensando que no tendría que madrugar, ni conducir, ni asistir a ninguna junta de evaluaciones ni a ningún claustro, que no tendría alumnos conflictivos ni vería más cuadernillos de notas que los de mis hijas...Pues qué alegría me da volver a todo eso a partir del lunes. Y encima, con vacaciones al poco tiempo de empezar. Esto sí que es un verdadero regalo del destino, de San Fulgencio o de los Reyes Magos...

crédito de la imgen: http://gustillimpi.blogspot.com/

domingo, diciembre 07, 2008

El gesto de la muerte



Un joven jardinero persa dice a su príncipe:
-¡Sálvame! Encontré a la Muerte esta mañana. Me hizo un gesto de amenaza. Esta noche, por milagro, quisiera estar en Ispahán.

El bondadoso príncipe le presta sus caballos. Por la tarde, el príncipe encuentra a la Muerte y le pregunta:

-Esta mañana ¿por qué hiciste a nuestro jardinero un gesto de amenaza?

-No fue un gesto de amenaza -le responde- sino un gesto de sorpresa. Pues lo veía lejos de Ispahán esta mañana y debo tomarlo esta noche en Ispahán.

Jean Cocteau, Le grand écart, 1923 (texto tomado de Ciudad Seva)



FIN


Éste es uno de mis cuentos preferidos. El relato es de dudoso origen (¿es árabe, persa... o hunde sus raíces en la tradición oral común?). Parece que una de las primeras versiones fue un poema sufí, del siglo XIII, Salomón y Azrael. Posteriormente se dan a conocer varias narraciones y algún poema que tratan el mismo asunto: Borges y Bioy Casares lo traducen de un escrito de Jean Cocteau y lo incluyen con el título El gesto de la muerte, en la recopilación Cuentos breves y extraordinarios (1953), Pieter Van Eyck lo recrea en un poema,“El jardinero y la muerte”, Juan Benet lo reescribe en su Fábula novena (en Trece fábulas y media y fábula décimocuarta, 1987), Bernardo Atxaga en Obabakoak (1988) inserta una adaptación de la historia titulada Dayoub, el criado del rico mercader, García Márquez lo retoma en La muerte en Samarra(1995)...Hay también una versión en cómic y hasta un anuncio publicitario en el que se toma este asunto para la promoción de una editorial. En cualquier caso, es de esos cuentos que, en cualquiera de sus versiones, me fascina. Por la filosofía que condensa en pocas palabras, por su final sorprendente y porque, a pesar de su corta extensión y de su parquedad en los detalles, me hace viajar a Damasco, a Ispahán, o a cualquier ciudad oriental mitificada y magnificada por el bálsamo imaginario de la narración, con sus alfombras aterciopeladas, narguiles humeantes, callejuelas especiadas y coloreadas.

miércoles, diciembre 03, 2008

Cómic y literatura


Hace unos días comentaba en Lecturas y Lectores, en un hilo dedicado a las primeras lecturas, lo determinantes que fueron para mi posterior afición lectora las versiones en cómic de obras clásicas: Viaje al centro de la tierra, Quo vadis, Miguel Strogoff...Estas fueron algunas de las que leí y que me llevaron, de cabeza, a la literatura. No sé si actualmente estamos dando demasiadas concesiones a la imagen (yo soy la primera que ando siempre buscando ilustraciones...), pero lo cierto es que eso no viene mal siempre que salga beneficiada también la palabra. Y es que son muchas la posibilidades que nos ofrece el cómic: nos sirve como medio de acercamiento a las obras clásicas y a la obra literaria, en general, y, por ello, resulta un recurso excelente para fomentar la lectura. Como muestra, un botón (que he encontrado en Subsole): una adaptación en cómic de El corazón delator, ilustrado por Fabián Todorovic.