martes, febrero 01, 2011

Siempre nos quedarán los clásicos


Este curso no he podido hacer "cosas extra" que tenía previstas, dada la eventualidad del puesto y el poco tiempo de que dispongo para desarrollar determinadas actividades que requieren más detenimiento y cierta relajación con el currículo,. En algunas aspectos casi me voy a quedar a medias y me da pena porque precisamente es ahora cuando empezamos a estar a gusto o, al menos, a entendernos los unos (los alumnos) a la otra (yo misma) y viceversa. Esta semana estamos teniendo unas clases estupendas gracias al Arcipreste de Hita y quería dejar constancia aquí, a pesar de no tener acabadas las actividades. Pero si espero, quizás para entonces se me haya pasado el entusiasmo y la desgana me haga desistir de escribir nada, como otras veces me ha ocurrido. Y es una lástima dejar en el olvido los buenos momentos.
La actividad ha sido de lo más clásico. Hemos hablado de la obra y del autor, y después ellos han leído tres fragmentos de la obra: la diatriba contra el dinero y, de paso, la iglesia; el elogio de la mujer chiquita y algunos consejos de don Amor sobre la mujer. Se peleaban por leer y se partían de risa con los versos más picantones y al entonar las expresiones medievales. Han entendido el carácter subversivo, anticlerical y alegre del Arcipreste, han mirado su misoginia como un hecho relativamente esperable en la época (quizás sea demasiado pedir también modernidad en este tema). Juan Ruíz ha conseguido atraer a unos chicos apáticos y solo interesados por las notas. Una alumna se preguntaba por qué no leían esta obra en lugar de las lecturas obligatorias propuestas (de narrativa juvenil). Y por primera vez no han saltado de la silla cuando ha sonado el timbre. Dado este repentino interés por la literatura medieval tengo previsto acabar la unidad dedicando una sesión a escuchar versiones cantadas de este y otros poemas vistos en clase. A ver si sigue el entusiasmo.