domingo, abril 28, 2013

Propuesta de escritura con premio


 Este trimestre, para  incentivar de algún modo la escritura creativa en unos grupos bastante desmotivados y poco dados en general a escribir, se me ocurrió plantearles una especie de "paquete" de actividades para ir entregando a lo largo de estos últimos tres meses de curso. Se trataba de darles también una oportunidad de sacar incluso una buena nota que contara como los exámenes, ya que son unos grupos bastante poco dados al estudio y al trabajo.
Tienen que entregar cinco escritos, cada dos semanas un texto con los requisitos que se pidan. El texto propuesto en primer lugar fue una descripción de una persona querida, ajustado a unos criterios y condiciones: debía estar correctamente escrito, corregido, contar con unas quince o veinte líneas  y con unas humildes "pretensiones literarias" mínimas (al menos debía intentar ser expresivo, intentar comunicar emociones y crear placer estético). Yo les leí uno que yo escribí, publicado en una pasada entrada en este blog,  y partir de éste confeccioné un modelo que ellos debían seguir. Me he llevado una grata sorpresa, porque hasta los que nunca vienen a los exámenes, ni hacen actividades ni en casa ni en el aula, ni asisten casi a clase, se han interesado en esta actividad y aun sin cumplir a rajatabla con todo lo exigido, me han entregado a tiempo su escrito, aunque sea buscándome fuera de horario por los pasillos. 
Es una actividad pensada para trabajar la expresión (tienen muchas faltas de puntuación, de ortografía, de concordancia...que no se me ocurre otra forma de ir puliendo si no es escribiendo mucho), pero además de eso nos ha permitido crear un clima especial, pues mediante las lecturas en clase de los resultados hemos compartido vivencias y cariños que han posibilitado un acercamiento y una visión distinta de nosotros. Aunque en principio estaba planteada para realizarla con los alumnos de 2º de ESO, como nos ha gustado la experiencia y las carencias de expresión de las que hablo son alarmantes también en otros niveles, me ha parecido bien aplicar la propuesta en los cursos de 3º y 4º.  Los tres mejores se han llevado una piruleta como la de la foto y el aplauso y consideración de los compañeros. Hemos sabido de esas joyas (collares, pendientes, cadenas...) que recuerdan a las queridas y presumidas abuelas, de objetos añorados de muchos abuelos: radios,pipas, relojes, bufandas, de los muñecos de peluche regalados por padres y madres en la infancia, de ricos olores de las comidas de las abuelas...A alguno incluso se le ha escapado una lágrima al leerla. Os dejo una muestra en la que aparecen los más destacados por originales, entrañables o simpáticos. No están perfectos, pero en muchos casos es demasiado lo que han podido dar de sí. Ha sido muy difícil elegir, y en algún caso ha habido cuatro piruletas por aula...



miércoles, abril 03, 2013

Días de clase



Ilustración de Katalin Szegedi vista en El baúl que no tenía mi abuela 


Se llama Francisco, como el papa, en el doble sentido de la palabra (como el papa de Roma y como el “papa” gitano que lo engendró), por eso, después de que el padre del niño los abandonara a él y a su madre cuando éste contaba con sólo tres mesecitos de edad, la mujer empezó a llamarlo Jairo, nombre por el que se le conoce en todos los ámbitos, menos en el oficial. Me cuenta que su madre no denunció al padre porque al ser gitanos está muy mal visto, pero no quiere saber nada de él ni de sus hermanas de sangre, las hijas que su padre ha tenido después de haberlos abandonado a él y a su madre. Menciona lo paradójico que resulta el hecho de que vivan en el mismo barrio y ni se conozcan, lo increíble que resulta tener cinco hermanas a las que ni trata ni puede querer como a la hija de su madre, con la que sí convive y a la que sí siente verdaderamente como una hermana. Y sólo hay un pequeño atisbo de satisfacción dentro del relato de esta orfandad a medias, cuando apunta que de vez en cuando han visto al padre pasar por su puerta mirando hacia el balcón con la intención de encontrarlo allí a él, a su hijo. 

Me cuenta que no le gusta mucho la Semana Santa y que no ha salido mucho, que cuando lo hace siempre va con sus tíos, con los que se siente protegido. Ahora entiendo por qué siempre va y viene desde la última mesa, donde está su sitio, hasta la mesa de la profesora, buscando conversación, incapaz de quedarse solo al final de la fila. Dice que quiere estar apartado, para trabajar mejor, que esta vez va en serio, que quiere aprobar y dejarse de cachondeo, que no puede ser más eso de que le queden siete. Y a medida que dice esto que no sé si él mismo cree, va pasando de la seriedad lastimera a la sonrisa alegre y picarona. Y me enseña, por fin, las actividades que esta vez sí ha acabado, en su cuaderno amarillo tamaño cuartilla, donde escribe sin márgenes y con una letra irregular e infantil, salida de una mano poco acostumbrada a la escritura.

jueves, marzo 28, 2013

El pañuelo de mi padre

Ilustración de Sonja Wimmer, en El baúl que no tenía mi abuela

Texto ejemplo de descripción a partir de un objeto, con elementos narrativos:


Uno de los objetos que mejor recuerdo de mi infancia es el pañuelo de mi padre, grande, arrugado y con un olor entre dulzón y metálico. Si hay algo que me permite retrotraerme al pasado, con sus olores e imágenes, cual magdalena de Proust, es cualquier pañuelo de tela beige, con listas marrones, parecido al de mi padre. Me veo en bicicleta con él conduciendo, yo atrás en el portamaletas, sin casco ni protecciones, que no eran necesarios porque su pañuelo tenía el don de curar la angustia de cualquier herida y borrar el desconsuelo de cualquier lágrima. Recuerdo una rozadura en la rodilla al bajarme de la bicicleta y el abrigo de ese pañuelo, que salía inesperadamente del bolsillo del pantalón de mi padre y que era como un abrazo que eliminara de golpe la hiel del dolor. Me gusta especialmente esta imagen de los dos en la bicicleta por ser una de las pocas en las que aparecemos sólo él y yo, inusual en una familia numerosa con cinco hermanos.

Mi padre era un hombre joven entonces, que me llevaba a su trabajo, donde bromeaban conmigo sus compañeros. Allí estaba Mateo, el municipal, tan serio y formal, con su uniforme y su fama entre los niños de duro agente que requisaba las pelotas y balones de los que se atrevían a alterar con sus juegos el orden de las calles. Allí estaba, con sus manos encalladas sosteniendo con mimo un puro casi acabado, sonriendo burlón y tierno a aquella niña....También había allí, entre el olor a legajos, rancio y oficial, una especie de falsos caballeros medievales que daban un aspecto tenebroso al lugar, o eso me parece recordar...Aunque a mí no podían hacerme nada, pues iba de la mano de mi padre, entonces me parecieron temibles e imponentes armaduras, pero con el andar del tiempo, una vez sin vida el antiguo Ayuntamiento y cedido ocasionalmente a los jóvenes del pueblo para alguna fiesta navideña, me daría cuenta, al pisar de nuevo aquel edificio ruinoso, de que eran pequeños y ridículos muñecos enlatados, caricaturas de lo que en otro tiempo fueron en la mente de una niña.
También guardo en mi memoria retazos de visitas a tiendas de ultramarinos, donde él iba a hacer cualquier gestión que a mí se me antojaba importante, a juzgar por lo bien que consideraban a su pequeña acompañante, a la que agasajaban aquí con unos esperados caramelos, allí con unos no tan agradables pellizcos en los mofletes o unos besos sonoros y apretados... En una de esas tiendas me compró una cestita de rafia verde festoneada de blanco en los bordes. En ella fui guardando, creyéndolos a salvo, los sabores y olores del cariño de aquel tiempo. Y ahí permanecen desde entonces.



domingo, febrero 03, 2013

Haikus de 2º de ESO



Estos son haikus creados por mis alumnos de 2º de ESO del IES Ramón Carande, de Sevilla, realizados en cartulinas con recortes de letras de periódicos y revistas. Alguno incumple las reglas métricas del haiku y contiene alguna que otra falta de ortografía (las corregimos, aunque después de hacer las fotos), pero el resultado ha merecido la pena. Una manera más entretenida y vistosa de practicar la métrica que nos ha permitido además decorar la clase.